Las habitaciones son como en cualquier otro sitio, no lujosas pero sí cómodas, y dependiendo del orden y aseo de la prepago se puede ver agradable. Es tranquilo también y muy privado por dentro. La entrada es el problema porque si no se quiere pintar o que algún conocido lo vea, tiene que llegar con gafas y gorra y aconsejablemente por el lado del Ernesto Gutiérrez, voltear en la esquina y entrar de una. Usted sabe que en el centro fácil se lo encuentran a uno. De resto todo bien