gurucatador
BLOQUEADO
Mis apasionados guerreros y aventureros del amor; heme aquí os narro mi historia, desde el inframundo de hades porque he muerto; leed mis frías letras, porque mucho he pensado en no escribirlas, porque mucho he sentido para decirlas.
He muerto de pasión, desamor, de desdicha, de infame ilusión, víctima de los ojos profundos, picaros y analíticos de una de las medusas del laberinto de creta. Ahí de mí, pobre de mí, un espíritu viejo y sabio convertido en piedra, ahí de mi… muy a mi pesar, que al momento de luchar en el mar húmedo y caluroso de una cama, ahogado en cabellos como serpientes que hipnotizan, navegante de una piel tan suave y perfumada, inmerso en besos cálidos y engañosos, penetrando la calidez femenina en una sensación que solo ellas diosas nos pueden dar; os digo, morí mil veces y una más, he caído en el sueño de Morfeo, empapado de la miel de esa diosa medusa de ojos intensos y sus gemidos en mi oído como mi último canto, como mi última advertencia.
En mi intensa lucha cansada, en el vaivén sudoroso de mi danza viril, en mi instinto animal que quiere todo y nada más, en la suavidad jugosa coronada por un monte de venus, en mis fuertes embates cuan tempestad represada os hace gemir, en la lucha de quien muere primero y adivinando vuestros pensamientos, yo insensato… ignorante, como un iluso poeta enamorado, me atreví a poner como escudo de lucha mi corazón, pensando que tal vez su brillantez divino permitiría ganar el amor de aquella diosa medusa que tantas impropiedades me hacía sentir.
Oh pobre de mí, intento discernir si inocencia confiada o estupidez descarada, en un último acto desesperado por ganar tan intensa batalla que ya perdida estaba, he mostrado mis tesoros, lo más valioso de mí, mi plata, y mi oro, abrí todo el cofre de mi corazón como joven (+18) sin razón, y hasta algo más, pero todo fue en vano mis lectores.
Me he convertido en una roca, ha empezado desde mi corazón ya sin tesoros que dar, se siente un frio que se expande y os roba el aliento, luego sentís que se paralizan vuestras extremidades, en angustia agónica, lo último que hacéis es mirar a vuestro efímero amor y con un último aliento patético gritáis ¿Qué hacéis?, ¿porque destruís lo poco que tengo de humanidad?¿Por qué me condenáis a una parálisis en la eternidad? --- y entonces escucháis con voz suave sus últimas palabras: “solo os quiero como un gran amigo, no me interesa vuestro corazón, para mi sois normal… ahora morid con valentía mi bello guerrero, gracias por arrancarme una lágrima, un gemido de gozo, un suspiro, por hacerme sentir, por hacerme reir, por escucharme, por llevarme hasta ti, por regalarme vuestra generosidad, pero yo no os puedo corresponder, vuestro error ha sido mirarme a los ojos y mostrarme vuestro valioso corazón, perdón, perdón, perdón, pero este es mi precio y vuestra suerte ya está echada”
Ahora mis queridos guerreros, soy una escueta imagen de piedra, no puedo sentir, ni llorar, no puedo gritar, moverme, o amar… ahora soy presa de un abrazo frio y perfumado de un recuerdo de mi diosa medusa, a la que le di mi ser, le mostré mi alma y confié mi corazón.
Ahora solo escucho voces lejanas que cantan historias de valientes que habéis sobrevivido no sin antes dejar parte de vuestra alma como señuelo, estos guerreros curtidos que ahora podéis danzar con estas diosas medusas sin morir en vuestra odisea, aunque no queráis aceptar también moriréis por pedazos, siempre hay una parte de vuestra alma que muere con ellas.
La mía, mi alma, mi corazón, ingenuo, libre, inocente, poeta, osado yo pensé que podría sobrevivir, pero la insensatez de mi arrogancia, de sentirme sabio, pero sabio no es el que muere sino el que sobrevive, por no ser cobarde y por no escuchar la prudencia de las palabras de los antiguos, heme aquí, solo, sin esperanza, sin amor, un recuerdo para aquella diosa medusa, que intenté derrotar en la batalla del amor y ganar su corazón, heme aquí el gran perdedor. No siento vergüenza, y ya no menos lujuria, porque aun sabiendo que existís infame laberinto de creta en donde moran estas bellísimas diosas medusas, que robáis corazones y no devolvéis, que convertís en piedra corazones poetas, que cambiáis la conciencia de muchos y amáis a tan pocos, os digo, yo volvería a luchar con vosotras, pero con la crueldad infame de un hombre que se cubre de tres pieles, que ha envenenado su lanza de amor engañoso, y los canticos poéticos de escribas hábiles en las palabras y hechizos, oídme varones ingenuos y escuchad mis últimas palabras, no seáis necios y torpes, luchad con mis diosas medusas pero no os engañéis, no dejéis que vuestro corazón os guie cuan brújula hechizada es, mirad a los ojos con prudencia, disfrutad, y ojala se escriban cantos a vuestro nombre por salir airosos de intensas y deliciosas batallas, mostrad vuestras cicatrices con orgullo, pero jamás bajéis la guardia. No seáis tontos y no terminéis como vuestro servidor, sin un corazón palpitante, sumergido en el hechizo engañoso de su olor, destruido mi poco ser, reducido a un recuerdo grato para mi bella, amada, observadora, diosa medusa.
Ahí les pongo música para que vayan leyendo, no digan que no dejo bien entretenida la cuestión:
[video=youtube]https://youtu.be/Joz1xBi7ex8[/video]
He muerto de pasión, desamor, de desdicha, de infame ilusión, víctima de los ojos profundos, picaros y analíticos de una de las medusas del laberinto de creta. Ahí de mí, pobre de mí, un espíritu viejo y sabio convertido en piedra, ahí de mi… muy a mi pesar, que al momento de luchar en el mar húmedo y caluroso de una cama, ahogado en cabellos como serpientes que hipnotizan, navegante de una piel tan suave y perfumada, inmerso en besos cálidos y engañosos, penetrando la calidez femenina en una sensación que solo ellas diosas nos pueden dar; os digo, morí mil veces y una más, he caído en el sueño de Morfeo, empapado de la miel de esa diosa medusa de ojos intensos y sus gemidos en mi oído como mi último canto, como mi última advertencia.
En mi intensa lucha cansada, en el vaivén sudoroso de mi danza viril, en mi instinto animal que quiere todo y nada más, en la suavidad jugosa coronada por un monte de venus, en mis fuertes embates cuan tempestad represada os hace gemir, en la lucha de quien muere primero y adivinando vuestros pensamientos, yo insensato… ignorante, como un iluso poeta enamorado, me atreví a poner como escudo de lucha mi corazón, pensando que tal vez su brillantez divino permitiría ganar el amor de aquella diosa medusa que tantas impropiedades me hacía sentir.
Oh pobre de mí, intento discernir si inocencia confiada o estupidez descarada, en un último acto desesperado por ganar tan intensa batalla que ya perdida estaba, he mostrado mis tesoros, lo más valioso de mí, mi plata, y mi oro, abrí todo el cofre de mi corazón como joven (+18) sin razón, y hasta algo más, pero todo fue en vano mis lectores.
Me he convertido en una roca, ha empezado desde mi corazón ya sin tesoros que dar, se siente un frio que se expande y os roba el aliento, luego sentís que se paralizan vuestras extremidades, en angustia agónica, lo último que hacéis es mirar a vuestro efímero amor y con un último aliento patético gritáis ¿Qué hacéis?, ¿porque destruís lo poco que tengo de humanidad?¿Por qué me condenáis a una parálisis en la eternidad? --- y entonces escucháis con voz suave sus últimas palabras: “solo os quiero como un gran amigo, no me interesa vuestro corazón, para mi sois normal… ahora morid con valentía mi bello guerrero, gracias por arrancarme una lágrima, un gemido de gozo, un suspiro, por hacerme sentir, por hacerme reir, por escucharme, por llevarme hasta ti, por regalarme vuestra generosidad, pero yo no os puedo corresponder, vuestro error ha sido mirarme a los ojos y mostrarme vuestro valioso corazón, perdón, perdón, perdón, pero este es mi precio y vuestra suerte ya está echada”
Ahora mis queridos guerreros, soy una escueta imagen de piedra, no puedo sentir, ni llorar, no puedo gritar, moverme, o amar… ahora soy presa de un abrazo frio y perfumado de un recuerdo de mi diosa medusa, a la que le di mi ser, le mostré mi alma y confié mi corazón.
Ahora solo escucho voces lejanas que cantan historias de valientes que habéis sobrevivido no sin antes dejar parte de vuestra alma como señuelo, estos guerreros curtidos que ahora podéis danzar con estas diosas medusas sin morir en vuestra odisea, aunque no queráis aceptar también moriréis por pedazos, siempre hay una parte de vuestra alma que muere con ellas.
La mía, mi alma, mi corazón, ingenuo, libre, inocente, poeta, osado yo pensé que podría sobrevivir, pero la insensatez de mi arrogancia, de sentirme sabio, pero sabio no es el que muere sino el que sobrevive, por no ser cobarde y por no escuchar la prudencia de las palabras de los antiguos, heme aquí, solo, sin esperanza, sin amor, un recuerdo para aquella diosa medusa, que intenté derrotar en la batalla del amor y ganar su corazón, heme aquí el gran perdedor. No siento vergüenza, y ya no menos lujuria, porque aun sabiendo que existís infame laberinto de creta en donde moran estas bellísimas diosas medusas, que robáis corazones y no devolvéis, que convertís en piedra corazones poetas, que cambiáis la conciencia de muchos y amáis a tan pocos, os digo, yo volvería a luchar con vosotras, pero con la crueldad infame de un hombre que se cubre de tres pieles, que ha envenenado su lanza de amor engañoso, y los canticos poéticos de escribas hábiles en las palabras y hechizos, oídme varones ingenuos y escuchad mis últimas palabras, no seáis necios y torpes, luchad con mis diosas medusas pero no os engañéis, no dejéis que vuestro corazón os guie cuan brújula hechizada es, mirad a los ojos con prudencia, disfrutad, y ojala se escriban cantos a vuestro nombre por salir airosos de intensas y deliciosas batallas, mostrad vuestras cicatrices con orgullo, pero jamás bajéis la guardia. No seáis tontos y no terminéis como vuestro servidor, sin un corazón palpitante, sumergido en el hechizo engañoso de su olor, destruido mi poco ser, reducido a un recuerdo grato para mi bella, amada, observadora, diosa medusa.
Ahí les pongo música para que vayan leyendo, no digan que no dejo bien entretenida la cuestión:
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