Frank Miller
RECONOCIDO
"El hombre no se rinde a los ángeles, ni por entero a la muerte; salvo únicamente por la flaqueza de su voluntad".
Desde siempre sabemos que enamorarse de una escort es un craso error. Yo que me considero un tipo centrado que puede gozar de todos los placeres pero que no se envicia en nada, caí.
No esperaba encontrar en este mundo fornicante a una mujer con tan placida belleza, con un lenguaje musical de sinuoso carácter. Con un trato realmente de novia, pero no ese trato de novia que es solo cariñitos, besos y todo color de rosa. Esta mujer es el paquete completo, pues su espontaneidad no le da para fingir de a mucho, su carácter tambien exige y demanda buen desempeño. Su mirada aguileña me embrujó apenas la conocí, su desfile firme en el piso de la alcoba que deja ver el entorno de reina de su cuerpo, su rostro diabolicamente angelical me dejaron siempre extaciado y con ganas de tomar revancha de las conquistas que no pude hacer en mi época estudiantil.
Desde que entraba a la habitación, verla en su neceser preparandose para el encuentro, me decía yo mísmo que ella era un ensueño de opio del que estaba yo dispuesto a dejarme embeber.
Y así, su cabello negro azabache, que realza su color blanco de piel, me hacía recordar a las princesas de cuentos de hadas.
No hay belleza exquisita sin algo extraño en la proporción pero evité esforzarme en buscarla y me dejé llevar por el encanto de su perfil griego. Su anatomía es perfecta, sus brazos, piernas y torso parecen esculpidos por los dioses. Tanto era mi inflamado deslumbramiento que no le pedí besos, hasta que una vez, encima de ella, le susurré al oido mi deseo de besarla, para mi sorpresa, su labio superior con curvas magnificas junto con la pasible pose del labio inferior devoró la mía al estilo francés. Dulzura y plenitud llegaron dentro de mí y no pude sino sentirme con la mujer que algún día soñé.
Hacerle el amor estando ella tumbada boca abajo con sus nalgas flotando y disfrutando la clavada, pidiendo más y llegandose a su propia complacencia dejándome solo disfrutar del calor de esas cascadas térmicas me convertían en uno más, un amante de improvisto planeado por dinero.
No fue sino que me negara cualquier día lo que me enamoró: sus besos, para que despertara y huyera del cerco que yo mísmo había puesto a mi alrededor. Me fui solo con el trofeo de siempre confundirla con mis ojos y que siempre que la miraba, no podía sostener la suya, con timidez me la quitaba como para no caer igual que yo en enamoramientos indebidos.
Hasta ese día viví un estado enaltecido de mi hombría. Ahora vivo un duelo que espero sea breve e ir suprimiendo el "dolor" en mi corazón roto. Igual no creo olvidar nunca su sonrisa de delfín decorada con hoyuelos en sus mejillas. Su sonrisa pícara y sus pucheros cuando no entendía algo y su hablar largo y armonioso con el que me arruyaba.
Tal vez caí por ser una de mis primeras experiencias. Llevo 3 meses sin visitarla y aún no encuentro su reemplazo. Pronto pasará, lo sé, tal vez con otra, tal vez con nadie pero pasará.
Me animé a compartir mi experiencia para que eviten caer en infiernos así.
Su nombre: Valeria.
Desde siempre sabemos que enamorarse de una escort es un craso error. Yo que me considero un tipo centrado que puede gozar de todos los placeres pero que no se envicia en nada, caí.
No esperaba encontrar en este mundo fornicante a una mujer con tan placida belleza, con un lenguaje musical de sinuoso carácter. Con un trato realmente de novia, pero no ese trato de novia que es solo cariñitos, besos y todo color de rosa. Esta mujer es el paquete completo, pues su espontaneidad no le da para fingir de a mucho, su carácter tambien exige y demanda buen desempeño. Su mirada aguileña me embrujó apenas la conocí, su desfile firme en el piso de la alcoba que deja ver el entorno de reina de su cuerpo, su rostro diabolicamente angelical me dejaron siempre extaciado y con ganas de tomar revancha de las conquistas que no pude hacer en mi época estudiantil.
Desde que entraba a la habitación, verla en su neceser preparandose para el encuentro, me decía yo mísmo que ella era un ensueño de opio del que estaba yo dispuesto a dejarme embeber.
Y así, su cabello negro azabache, que realza su color blanco de piel, me hacía recordar a las princesas de cuentos de hadas.
No hay belleza exquisita sin algo extraño en la proporción pero evité esforzarme en buscarla y me dejé llevar por el encanto de su perfil griego. Su anatomía es perfecta, sus brazos, piernas y torso parecen esculpidos por los dioses. Tanto era mi inflamado deslumbramiento que no le pedí besos, hasta que una vez, encima de ella, le susurré al oido mi deseo de besarla, para mi sorpresa, su labio superior con curvas magnificas junto con la pasible pose del labio inferior devoró la mía al estilo francés. Dulzura y plenitud llegaron dentro de mí y no pude sino sentirme con la mujer que algún día soñé.
Hacerle el amor estando ella tumbada boca abajo con sus nalgas flotando y disfrutando la clavada, pidiendo más y llegandose a su propia complacencia dejándome solo disfrutar del calor de esas cascadas térmicas me convertían en uno más, un amante de improvisto planeado por dinero.
No fue sino que me negara cualquier día lo que me enamoró: sus besos, para que despertara y huyera del cerco que yo mísmo había puesto a mi alrededor. Me fui solo con el trofeo de siempre confundirla con mis ojos y que siempre que la miraba, no podía sostener la suya, con timidez me la quitaba como para no caer igual que yo en enamoramientos indebidos.
Hasta ese día viví un estado enaltecido de mi hombría. Ahora vivo un duelo que espero sea breve e ir suprimiendo el "dolor" en mi corazón roto. Igual no creo olvidar nunca su sonrisa de delfín decorada con hoyuelos en sus mejillas. Su sonrisa pícara y sus pucheros cuando no entendía algo y su hablar largo y armonioso con el que me arruyaba.
Tal vez caí por ser una de mis primeras experiencias. Llevo 3 meses sin visitarla y aún no encuentro su reemplazo. Pronto pasará, lo sé, tal vez con otra, tal vez con nadie pero pasará.
Me animé a compartir mi experiencia para que eviten caer en infiernos así.
Su nombre: Valeria.