Frank Miller
RECONOCIDO
Escribir y leer de sexo en estos tiempos es difícil. Tenemos los medios audiovisuales que, por mal, no nos dejan volar la imaginación en letras porque ellos ya son demasiado explícitos. ¿Para qué leer a Henry Miller si tenemos xvideos? O a Boudelaire si tenemos Pornhub? Pero bueno, afortunadamente existe Doncolombia donde desde la clandestinidad, escribimos y leemos al remanente de poetas malditos que aún queda y que, este portal, les da oportunidad de ser leídos así sea por fuerza de saber cómo se comporta una dama de compañía.
Lleno de ganas de lujuria fui a buscar a Ashley, uno de mis amores platónicos de este mundo de sexo desperdigado.
Su cara bonita, sus senos casi grandes; ese culo levantado y duro fueron protagonistas de esta historia porque Frank Miller ha estado trabajando mucho y su estado físico no es el mejor, salvo su gran líbido y gusto por las universitarias.
Yo me había enamorado de la Ashley de hace unos dos años cuando era, sospecho, más delgada, y tal vez más tierna para manipular con mis brazos. No obstante sé deleitarme con una dama complaciente, sonriente, y carismática para dar amor.
Me abrió la puerta de su apocento como si supiera que era yo, Frank. Su sonrisa lapideña llena de dientes pequeños me cautivó. Al principio creí que era un "cambiazo" ( de moda en estos días) pero no, su baile de iniciación me mostró a la chica de las fotos tal cual solo que era más acuerpada de lo que creí.
Su contoneo de cintura, sus manos acariciando su pelo mientras me miraba dulce y eróticamente me envolvieron en un ritual de seducción y morbo.
Ya desnudo la atraje hacia mí y ella bailaba, aunque sin música, todo era rítmico: sus nalgas recostadas en mi pene que estaba como palanca de catapila me hacía palpitar el corazón de forma áspera. Con delicadeza la empujé a la cama y me monté en su pecho y le hice el amor a sus tetas. Después de varias empujadas en esos melones me sorprendió esperando la cabeza del pene con su lengua amplia... mojada y amplia. El ritmo no cesaba, el reloj no marcaba. Tiempo de poner el capuchón. Su cara de amor con mi verga en su boca fue genial, baboso momento lleno de fuego rojo en sus ojos. Se la traga bien, no tan profundo pero el espectáculo era lo mejor. Al rato en misionero adornaba su cara con sonrisas pícaras dándome besos de chupete, me gustó y repetía yo mismo su boca roja de paisa. Luego me impuso darle de lado alzando con habilidad su pierna izquierda sobre mi cabeza. Es la posición que más me gusta porque veo su chucha, -por cierto, gran chucha!-, y empuño su nalga jalandola hacía mi.
—Auuuughhfff —aullaba ella.
—Mmmmm —gemìa yo.
Con fuerza los aullidos y gemidos eran bramidos, resoplos. La humedad imperaba y mojaba las frentes. Mi mano quedaba marcada en su nalga con cada palmada, a ella le gustaba.
Para no acabar nos arrodillamos en la cama, la clavé delicioso y duro metiendo mano en su vulva de labios grandes. Mis manos no bastaban para saciar sus tetas, la Vi más mujer. Me miraba complaciente desde el espejo frente a nosotros y yo le seguía dando con fuerza. No hubo "en cuatro". Con dolor me despedí de esa arrecha posición y me senté exahusto en la orilla de la cama. Ella se sentó sobre mí impalandose como víctima de Vlad Tapes. Saqué fuerzas y me encorvé hacia ese culote y lo jalaba a mi palo duro a punto de explotar. Se restregó con gusto sobre mí cintura. La veía flotar de placer y no puede aguantar más. Sus tetas grandes recibieron todo el vapor, toda la salsa, toda mi alma de obrero cansado. Se volteó y me estampó más besos. Quería más.
Nos vestimos platicando, nos abrazamos.
Más besos chupeteados y un adiós final.
Su trato es más del 50% de abono para la experiencia. 40% su físico. Y su forma de hacer el amor es otra cosa.
Pese a que no era como esperaba... la amé.
www.photoprepagos.com
Lleno de ganas de lujuria fui a buscar a Ashley, uno de mis amores platónicos de este mundo de sexo desperdigado.
Su cara bonita, sus senos casi grandes; ese culo levantado y duro fueron protagonistas de esta historia porque Frank Miller ha estado trabajando mucho y su estado físico no es el mejor, salvo su gran líbido y gusto por las universitarias.
Yo me había enamorado de la Ashley de hace unos dos años cuando era, sospecho, más delgada, y tal vez más tierna para manipular con mis brazos. No obstante sé deleitarme con una dama complaciente, sonriente, y carismática para dar amor.
Me abrió la puerta de su apocento como si supiera que era yo, Frank. Su sonrisa lapideña llena de dientes pequeños me cautivó. Al principio creí que era un "cambiazo" ( de moda en estos días) pero no, su baile de iniciación me mostró a la chica de las fotos tal cual solo que era más acuerpada de lo que creí.
Su contoneo de cintura, sus manos acariciando su pelo mientras me miraba dulce y eróticamente me envolvieron en un ritual de seducción y morbo.
Ya desnudo la atraje hacia mí y ella bailaba, aunque sin música, todo era rítmico: sus nalgas recostadas en mi pene que estaba como palanca de catapila me hacía palpitar el corazón de forma áspera. Con delicadeza la empujé a la cama y me monté en su pecho y le hice el amor a sus tetas. Después de varias empujadas en esos melones me sorprendió esperando la cabeza del pene con su lengua amplia... mojada y amplia. El ritmo no cesaba, el reloj no marcaba. Tiempo de poner el capuchón. Su cara de amor con mi verga en su boca fue genial, baboso momento lleno de fuego rojo en sus ojos. Se la traga bien, no tan profundo pero el espectáculo era lo mejor. Al rato en misionero adornaba su cara con sonrisas pícaras dándome besos de chupete, me gustó y repetía yo mismo su boca roja de paisa. Luego me impuso darle de lado alzando con habilidad su pierna izquierda sobre mi cabeza. Es la posición que más me gusta porque veo su chucha, -por cierto, gran chucha!-, y empuño su nalga jalandola hacía mi.
—Auuuughhfff —aullaba ella.
—Mmmmm —gemìa yo.
Con fuerza los aullidos y gemidos eran bramidos, resoplos. La humedad imperaba y mojaba las frentes. Mi mano quedaba marcada en su nalga con cada palmada, a ella le gustaba.
Para no acabar nos arrodillamos en la cama, la clavé delicioso y duro metiendo mano en su vulva de labios grandes. Mis manos no bastaban para saciar sus tetas, la Vi más mujer. Me miraba complaciente desde el espejo frente a nosotros y yo le seguía dando con fuerza. No hubo "en cuatro". Con dolor me despedí de esa arrecha posición y me senté exahusto en la orilla de la cama. Ella se sentó sobre mí impalandose como víctima de Vlad Tapes. Saqué fuerzas y me encorvé hacia ese culote y lo jalaba a mi palo duro a punto de explotar. Se restregó con gusto sobre mí cintura. La veía flotar de placer y no puede aguantar más. Sus tetas grandes recibieron todo el vapor, toda la salsa, toda mi alma de obrero cansado. Se volteó y me estampó más besos. Quería más.
Nos vestimos platicando, nos abrazamos.
Más besos chupeteados y un adiós final.
Su trato es más del 50% de abono para la experiencia. 40% su físico. Y su forma de hacer el amor es otra cosa.
Pese a que no era como esperaba... la amé.

Ashley, exquisita chica disponible para tus ratos de escape. | Photoprepagos
Hola cariño soy Ashley, una escort única y muy especial. Soy una chica tetona y natural, soy bajita y delgada pero tengo un cuerpo de locura que te...

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